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Plaza Central de Thalesia

Público·69 miembros

Albarracín, Sede Cristiana de Thalesia.


En las montañas que dividen en noreste del sureste de Arcania, se encuentra un pequeño reino hermético, y sin embargo de trascendental importancia para la que posiblemente sea la fe más extendida de Thalesia, el Cristianismo.

No son pocas las naciones y organizaciones que se refieren así mismas cristianas, e incluso en algunas otras naciones, sin ser la religión oficial son una importante y numerosa minoría. Es cierto que existen discrepancias entre los cristianos incluso tras la celebración en la ciudad de Albarracín del Primer Concilio Cristiano que duró entre los meses de Arcaneon y Sertan del año 180 d.F. .

Sin duda alguna el grupo cristiano con mayor número de fieles son los seguidores de la obediencia de Albarracín, a quienes pertenecen el extinto reino de Turia y los habitantes del señorío de Valleahogado. Los seguidores de esta versión del cristianismo creen en la existencia de otro mundo en el que existe la Sede de Roma, donde el Primado, el Papa, mandó en Santa Misión a Aarón de la Fuensanta, con la misión de evangelizar el mundo de Thalesia, delegando su poder en el confiriéndole la dignidad de Arzobispo y Primado de Thalesia. El Arzobispo de Albarracín es el señor natural del Santo Reino de Albarracín Sede de la Fe, para esta versión del cristianismo. El Arzobispo ocupa su cargo hasta su muerte, una vez producida o incluso en vida se realiza concilio entre los fieles para eligir su sucesor. Una de las razones del primer concilio antes mentado fue la de elegir un sucesor para el enfermo Arzobispo que sucumbió a la enfermadad en Ferten del año 181 d.F. Como requisito para llegar a ser Arzobispo tan solo se ha de ser cristiano y abrazar a la Santa Madre Iglesia con Sede en Albarracín.

El Arzobispo no solo es señor del reino sino que también tiene el deber de cuidar de su pueblo, los fieles y de nombrar a sus lugartenientes en esta misión, los obispos, cuyas diócesis suelen ser los reinos en los que están destinados.

El primer obispo así nombrado fue Bárbaro, antiguo fraile y Abad de Valleahogado nombrado el 14 de Eresan del año 180 d. F con la misión de establecerse en Bastia, la capital de Turia y velar por la fe del pueblo de Turia, una de las grandes potencias de Thalesia tras el fin de los Años Perdidos.

Por petición expresa del Arzobispo Aaron de la Fuensanta, se estableció que los reinos que quisieran seguir la obediencia de la Sede Albarracín contasen con sus propios obispos, pastores del rebaño único que para ellos es la ecúmene cristiana. Por ello en el año 181 d.F. la sucesora de Aarón de la Fuensanta, Doña Toda María, nombró obispo para el señorío de Valleahogado, siendo la antigua inquisidora Turiana, Leonica Belmonte quién desde entonces ocupa dicha dignidad.

En la actualidad Bárbaro sigue siendo el obispo de Turia, pese a que el reino ya no exista. Con ello los cristianos siguen siendo aceptados por Adolf du Quart, señor de la Compañía de Sir, si bien se acepta en las tierras del soberano du Quart, cualquier religión. En los reinos de Aesh Althaeba y Alan-Dalus, también son tolerados los cristianos. Marianne, la soberana del Nido de las Serpientes, en acto de gran tolerancia permite la presencia cristiana en sus nuevos dominios, si bien en el pasado su familia sufrió por persecución de estos y en especial de los turianos. En Alan-Dalus, el rey Sacior, que ha ocupado Bastia, la última capital de Baltia, y luego capital de Turia, y si bien profesa la Fe en los Dragones, por ahora tolera por conveniencia sus nuevos y abundantes súbditos exturianos.

Cuando Midgard ocupo la tierra de Tercios prometió al obispo Bárbaro que respetaría a la comunidad de fieles cristianos en la provincia de Leeda, en cuya tierra se asentaron en Ferten del año 180 d.F. fundando pocos meses después un monasterio según la regla de Valleahogado. En apenas un mes este monasterio fue desmantelado y el mensaje de tolerancia del magistrado Douglas, quedó como papel mojado. Con ello miles de cristianos de los antiguos territorios pertenecientes a Tercios y a Turía tras el posterior desmembramiento de esta por parte de la Alianza del Levante huyeron de Midgard hacia los territorios donde su fe era respetada.

La idea de hermandad, caridad, paz y auxilio prima entre las virtudes que estos cristianos toman como modelos de vida. Los reinos cristianos de la obediencia de Albarracín no luchan salvo para defender a sus fieles; respetan a quienes tienen un credo distinto siempre que haya respeto recíproco; honestamente defienden sus creencias y son capaces de correr peligros por defenderlas; son pacientes y generosos, propensos a confiar incluso en quienes por su reputación alienta a no hacerlo. Ellos gustarían que los cristianos hicieran causa común y expandieran la Palabra de Dios por los continentes de Thalesia, más todavía hay muros entre los distintos grupos que quién sabe si se derrumbarán o mantendrán por muchos años.



En honor a la verdad, se le dió a Midgard una oportunidad por parte de la Curia, para respetar a los creyentes que vivían en las tierras ocupadas de Tercios y Turia. No cumplieron con su palabra, y la reacción fue que decenas de miles de cristianos abandonaron Midgard, es decir todos los pobladores de la antigua Turia y la comunidad cristiana que habitaba Leeda fueron a poblar otras tierras(Entre esas tierras de acogida la propia Encomienda). Ciertamente se ofreció refugiar a la población de la Encomienda en Albarracín, donde hay bastante espacio para albergar a los peregrinos, pero con sinceridad en ningún momento se les exigió mayor vasallaje o servidumbre que el de comportarse como huéspedes tal y como es costumbre en reinos cristianos e incluso paganos. Si no hubieran estado conformes se les habría ofrecido otro lugar de cobijo donde pudieran obrar libres, eso sí dentro de las posibilidades de los distintos reinos que por desgracia ahora son uno y medio. La Curia ciertamente adolece de una desidia producto de la ausencia de los obispos Bárbaro y Leónica, y las preocupaciones espirituales de algunos de sus más insignes y teóricamente presentes miembros. Pero tan censurable son las ausencias dentro de la Curia, como lo pueden ser las labores espirituales de los caballeros de la Encomienda, que durante largos periodos de tiempo se ausentaban y no respondían a ninguna epístola o mensaje. Por esta misma razón no pudieron ,muy a su pesar tanto de los caballeros de la Encomienda como del resto de congregaciones y naciones cristianas, asistir al primer Concilio pese a notificarse en diversos medios. Cierto es que hay muchas cosas que mejorar de la Iglesia de Albarracín, y pero si no hay brazos que sigan colocando sillares, no se puede esperar que tan grande fábrica se mantenga en pie. No se duda de la Piedad, entrega y Devoción de la otrora orden de Santiago y del reino de la Encomienda. No hay otro deseo por parte de los cristianos fieles a la Sede de Albarracín de que la Encomienda obtenga la bendición de Nuestro Señor Jesucristo en su camino en solitario. Y lejos de encontrar sus palabras como reproches, hay espacio para escuchar y aprender de los errores, analizando lo que ocurrió desde todos las perspectivas. Pero, y esto lo verdaderamente importante ante todo rogar a Dios que un día nuestros caminos vuelvan a cruzarse para mayor gloria del Todopoderoso.

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La Plaza Central es el lugar adecuado para tratar cualquier ...

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