Nota introductoria.

Estas crónicas se recopilan en un solo hilo para facilitar el transfondo a los jugadores.

Todas en realidad son resumen de acciones en juego real o conversaciones. Se ha mantenido el contenido pero se le ha dado un contexto.

Están puestos en orden y abierto a ser aumentado con participaciones de otros, de los dos bandos.

[b]El comienzo

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Borrador de la carta de Egregio, comerciante de origen desconocido afincado en Llion, a un destinatario desconocido

Mi Señor,

Os escribo para poneros al corriente de algunas nuevas en estas tierras.

Cómo sabéis el Reino de Llion es un reino sin monarquía. Un reino de mercaderes, satisfecho de sus ganancias, que decidió abolir una institución caduca. Las cosas les ha ido bien, sin apenas levantar la espada, a base de tratados y acuerdos comerciales, con el poder del oro de su lado el consejo ha extendido su influencia en muchos territorios hasta convertirse en uno de los más grandes de Thalesia.

Las familias gobernantes brindan por su éxito y compiten entre ellas juegos de corte en la República, bajo la atenta y divertida mirada de su guardián, el Consul, señor de la Casa de la Tierra y líder de su Consejo.

Todos están satisfechos. ¿Todos? No parece. En unos pocos la lealtad a sus viejas causas y tradición pesa aún más que el oro. En general son gente humildes del campo, alejados del poder y viejas familias nobles arruinadas por la lealtad de sus mayores, que no inclinaron la cabeza al nuevo orden como el resto. En el secreto de sus casas, de generación en generación, aún siguen elevando sus oraciones por el Reino sin Rey, rogando a los Cielos que les envíe un abanderado.

Esos pocos fieles repiten viejas historias de reyes y tradiciones a sus hijos antes de darles la buenas noches, especialmente el viejo romance realista que habla de el último puñado de hombres que defendieron, pagando con su vida, la Causa Monárquica, a pesar de ser ofrecidos el perdón y devolución de bienes confiscados del nuevo régimen. Emotivas y queridas son las siguientes estrofas: "Respondieron de lo Alto, tal respuesta les fue a dar. Escuchad bien lo que dijo, no lo vayais a olvidar. Poca merced me hace, quien lo mío a mi me da. La Casa de mis padres, bien la podéis habitar, que yo a mi hijo he de dar, una mejor heredad. Lealtad que no se ha quebrado, Causa que Batallar...."

Hasta el día de hoy eran una anécdota. Tan pequeño el riesgo que representaban que, aún estando oficialmente prohibidas tales prácticas, los Mercaderes ni siquiera se molestaron en perseguirlos con verdadera saña siempre que no levantaran demasiado la cabeza. Estaban convencidos, estoy seguro, que ni eran peligro ni que hacía falta otra cosa que el paso de los años para que se olvidará definitivamente.

Pero en tiempos recientes su actividad se ha multiplicado.

No sólo se habla de nuevas reuniones a medianoche en claros de las aldeas perdidas, de concilios secretos. De campesinos y antiguos linajes desterrados que vuelven a repetir los antiguos juramentos de sus mayores en ceremonias secretas sobre armas oxidadas y estandartes deshilachados sacados de baúles escondidos.

También se han dado los primeros ataques a correos del gobierno, robando el cobro de los impuestos, y el dinero, según se dice, no ha servido para financiar la Causa en la compra de armas sino algo más peligroso, se han devuelto a los campesinos. Es algo que despierta muchas preguntas pero en cualquier caso han despertado en algunos el celo por la causa hasta ahora olvidada. Atrae a los más viejos, que cuentan historias de los viejos tiempos junto al fuego, y a los más jóvenes, tentados por el romanticismo de una idea llena de promesas de gloria, justicia y aventuras.

Nadie parece aún saber cuantos son, ni quienes, ni como se financian. En conclusión, el gobierno de la República de Llión se enfrenta a un fantasma que aún no ha demostrado tener verdaderas garras. Quizá desaparezcan pronto, antes de ser una verdadera amenaza, algo que comentar divertidos en sus comidas de la capital. Quizá.

El tiempo lo dirá.

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[b]Lealtad que no se ha quebrado, Causa que Batallar

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La Corte de Amun. Los consejeros discuten los asuntos de gobierno presididos por el Marqués. Un criado se acerca: Mi señor, el líder de los exiliados súplica audiencia.

El Marques comparte la mirada con sus nobles. No será la primera vez… Duda, pero asiente y con un gesto indica que den paso. A modo casí de disculpa indica al resto.

Ya sabéis que ha ocurrido con su hija

Dos hombres entran en la sala. Llevan buenos ropajes, pero carecen del lujo de los que portan los señores del Consejo. Espada y daga en el cinto. Resistentes botas de cuero y capas gruesas. Listos para un viaje. Siempre visten así, aunque lleven tanto tiempo en la Corte. Es un gesto, un gesto tozudo de gente que no da su brazo a torcer.

Los dos hombres se ponen de rodillas y esperan el permiso del Rey.

Don Honrado, lamentamos todos, yo lamento profundamente, las noticias que han llegado de vuestra hija y el lamentable incidente causado por la nigromancia de la Casa del Consul de Llion, Byron

Honrado, levantaos. De nuevo pedís audiencia, de nuevo, supongo, vuestra petición es la misma y sabéis que, de nuevo, no os podré dar de momento otra respuesta. Son momentos diplomáticamente complejos. Aunque quisiéramos no podemos abrir un nuevo frente, sería demasiado caro. Aunque nuestro corazón se incline por el fervor al que servis a la causa de vuestros mayores no podemos, por diversos motivos, ayudaros. No buscamos enemistarnos con Llion.

En sus sillones los consejeros hacen diferentes gestos, de aprobación o desaprobación a las palabras del Marqués o a la presencia de los recién llegados. Los ánimos están divididos, y el estatus quo es lo que se ha conseguido hasta ahora. Hay quien apoyaría con su vida la Causa de los Exiliados, hay quienes los echaría a patadas o servidas sus cabezas en una bandeja de plata a sus adversarios.

El hombre de más edad, con vetas blancas en la barba, responde.

No vengo a pedir hombres ni armas al Trono. No vengo a pediros dinero. Tan sólo vuestro permiso, permiso para partir y luchar junto a los nuestros. Si me permitís quisiera mostraros algo,

Ante el asentimiento del Rey el otro hombre, más joven, se dirige a las puertas y regresa acompañado de otros ocho, llevando entre cuatro dos grandes y pesados cofres. Cuando se abren están repletas de oro, monedas conocidas y otras extrañas de reinos lejanos.

Mi Señor, nos habéis acogido, nos habéis permitido prepararnos. Y no hemos perdido el tiempo. Estamos preparados, dadnos tan solo permiso y partiremos a reunirnos con los nuestros y levantar de nuevo nuestros estandartes.

El monarca pasea sus manos por las riquezas.Es una fortuna inmensa.

-¿Por que tanto tesón Honrado? ¿Por qué tanto esfuerzo para una Causa que parece perdida? ¿Sin apoyo, sin dinero, sin hombres de Amun contra el poderoso Llion? Es una guerra imposible, mi querido Honrado

Es el hombre más joven quien responde, con estrofas de un romance que tiene la fuerza de las que ha sido escuchado y cantado infinitas veces, con la fuerza de una letanía religiosa, de una invocación.

“La Casa de mis padres bien la podéis habitar, que yo a mi hijo he de dar, una mejor heredad. Lealtad que no se ha quebrado, Causa que batallar”

Los ojos del joven brillan con el celo de una fe mesiánica.

Es el fragmento de un romance. Así nos cantan nuestras madres desde la cuna, así se despiden nuestros mayores cuando fallecen - Explica Honrado - Mi hija no tendrá esa oportunidad de cantarlo a los suyos. Dejadnos partir.

Se dice que el Consejo discutió a puerta cerrada durante horas sin llegar a un acuerdo. Al final uno de los contrarios dió el brazo a torcer. Si, dejad que marchen, darles permiso, así nos libraremos de una vez de esa maldita peste de exiliados.

Así comienzan a veces las guerras.

………………

[b]¡Por el Rey! Crónica de los realistas de los Sucesos de la Embajada en Bastión

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Una taberna en algún lugar perdido de las colinas de Llion. La clientela, por sus ropas, son campesinos y cazadores en la mayor parte. Hablan y beben repartidos por las mesas con la agitación normal en uno de esos establecimientos.

Suena la campana. Todos las conversaciones callan. Todas las miradas se dirigen a la puerta, que está atrancada con un pesado madero. La campana vuelve a sonar, tres veces, en un ritmo determinado.

Cierta tensión desaparece del ambiente. El tabernero, un hombre enjuto y duro como una raiz, se acerca, echa un vistazo por una mirilla, y deja pasar al recién llegado, un joven vestido de jinete, con la cara sofocada de una larga carrera. Apenas recupera un momento su aliento y dice en voz alta: ¡Noticias!

¿Que clase de noticias? Pregunta alguien desde las mesas

De todas clases, algunas tristes y otras… trascendentales. Responde el joven, encantado con el efecto en su audiencia, que bebe sus palabras

El tabernero le da una rápida colleja, dura y seca, que se escucha en toda la sala. Déjate de tonterías y suelta lo que sepas de una vez, Saeta Garzablanca

El joven referido, Saeta, mira con cierto rencor juvenil la corrección del tabernero, pero en seguida vuelven a brillarle los ojos cuando empieza a contar.

Don Honrado, como ya sabéis, partió no hace mucho, con algunos hombres de su familia, para hacer de guía a una embajada de Amun en Bastión, por la Guerra que parece que iba a estallar entre ambos. Con ellos fué también su mujer y la más joven de sus hijas, una niña de pocos meses, pues sentía su señora haber estado tanto tiempo separados por las ausencias que ha tenido que hacer Honrado en los últimos tiempos para trabajar para la Causa.

Pues bien, la embajada fué bien o mal según se mire. Las razones de usurpador Byron (en ese punto varios hombres escupieron al suelo) fueron ridículas. La excusa de aparente humanidad con los goblins para invadir a Bastión fueron desmontadas completamente, y en ello parece que no tuvo parte pequeña el propio Honrado, que recibió apoyo de los enviados de Asturnalia. Dicen que Byron (escupitajos) , después de eso, pidió en varias ocasiones la cabeza de Honrado prometiendo grandes recompensas, territorios enteros, y que entre el mismo Byron (escupitajos) y Don Honrado hubo una extensa conversación. Honrado obligó a pronunciarse en contra de las pretensiones del Cónsul (escupitajo) al Consejero de la Moneda (algunos escupitajos, pero menos), que deseaba quedarse en la ambigüedad, y la guerra con Bastión parece más difícil, pues aunque Byron prometió seguir adelante el mismo Consejero amenazó con consecuencias al ver la actitud del resto embajadas.

Acabada la reunión, el Usurpador (escupitajo) salió furioso de la vieja Mansión de su padre donde se produjo la reunión. Y aquí, mientras se producía las despedidas entre las embajadas, se produjo un suceso de negra magia.

Las puertas se cerraron, la casa tembló. Se escucharon gritos. Aparecieron fantasmas y sombras. En las salas de la Casa de la familia del cónsul (escupitajos) se encontraron cosas terribles. Signos cabalísticos, restos de hechicería… restos de niños pequeños.

Magia, la peor de las magias negras se había realizado en esa casa. Y las embajadas estaban encerradas en ella. Pero eso no es lo peor.

Aquí el joven Saeta hizo una pausa para beber, y como deseaba, alguien del público no pudo contenerse y preguntó

-¿Que puede ser peor que la magia negra?

El joven a punto de responder de forma dramática, se paró en seco, como si acabara de darse cuenta de lo que estaba haciendo, jugando por la atención con algo de esa naturaleza. En este parón no había nada de teatral. Los ojos se entristecieron repentinamente y rehuyó mirar a nadie. El efecto no buscado fue naturalmente mucho más poderoso en el público.

Cuando habló, casi no encontró voz para hacerlo

La pequeña de Don Honrado, de apenas unos meses, una criatura tan buena y hermosa como ninguna que el Cielo ha producido, desapareció

El silencio se rompió con murmullos de incredulidad y pena de esos hombres toscos

Honrado y sus hombres se volvieron locos de desesperación e ira. Buscaron por toda la Casa, rompieron todas las puertas, sólo para encontrar los oscuros secretos, para hallar restos de niños asesinados por la familia del Cónsul (tan absortos todos, que nadie pensó siquiera en escupir), que había desaparecido. De lo ocurrido en esos momentos, poco más que decir, se enfrentó a los fantasmas, amenazó de muerte al consejero de la Moneda que quería huir si no ayudaba a buscar a su hija, y el consejero, temblando, se quedó. Temió más la ira de un padre que había perdido a su hija que a la magia negra y a los fantasmas.

Al final, salió en busca del Consúl, temiendo, rezando quizá, porque hubiera sido raptada. Cuando todo fue inútil, se dirigió a Amun. Ante la Corte pidió permiso para que los exiliados fueran a la guerra, una vez más. Esta vez las lágrimas y la ira de Honrado lograron lo que se les había negado. Amun no apoyará la guerra, pero permitirá que los exiliados la emprendan por su cuenta.

Los hombres se miraron entre sí, atónitos, inseguros de cómo reaccionar. Al final un viejo con un laúd empezó a cantar el viejo romance de la Causa: “En la Tierra del Norte, donde la Cueva, Santa, allí guardan seguro los fieles que aún portan armas…” Y el resto empezaron a abrazarse unos a otros, algunos con lágrimas, mientras se repiten entre sí el saludo secreto, una estrofa de esa canción “Lealtad que no se ha quebrado, Causa que batallar”

Así empiezan a veces las guerras

……………………………..

[b]Un extraño Parlamento

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Capital de Llion. Más exactamente uno de los palacios de los nobles mercaderes en sus afueras. Jardines y salas abarrotados entre criados e invitados. Una de tantas fiestas de temporada, donde todos intenta deslumbrar y engañar a todos. Las conversaciones giran siempre sobre los mismos temas, la incipiente guerra sólo una pieza más que engarzan en sus interminables conspiraciones.

- La mayoría no se daría cuenta de que hay un ladrón en su casa hasta que le cortara el cuello, piensa Byron desde una balconada, mientras contempla desde lo alto la masa que se reúne en uno de los patios.

Byron, Consul de Llion, Primun interpares entre los poderosos miembros del Consejo que rigen el destino del Reino, no tiene ese día humor para la fiesta. Tiene que hacer presencia en la pero le está resultando infinitamente aburrido. Le aburren los comentarios, le aburre la hipocresía, le aburre la gente, le aburre la comida. Siempre lo mismo. Tediosos, irritantes y predecibles. Tiene ahora mismo otras cosas en la cabeza Ha mandado un mensaje y se pregunta si tendrá respuesta, y cuando.

Con desgana vuelve la vista al interior de la sala donde se encuentra. Allí se celebra un baile de corte. Adormecedor, como siempre. Aunque, espera, esa joven… es extraordinariamente hermosa. Y no la conoce. Debe ser hija de un noble mercader menor, o de un señor de provincias. Se da cuenta que la miro ¡Se sonroja! Por la Diosa, sin duda que debe ser de provincias entonces, el vestido ligeramente pasado de moda lo confirma. Byron le saluda regiamente con una inclinación de cabeza, y ella le responde con otra, mientras le sonríe tímidamente. Interesante. Por fin.

La doncella, ligeramente sofocada por el esfuerzo del baile, se retira por una de las puertas. Parece perdida, seguramente está buscando donde refrescarse y no se atreve a preguntar. La ve mirar a uno y otro lado dudando y tomar finalmente, sin mucho convencimiento, una dirección. Vas mal muchacha, creo que es hora que un héroe vaya en tu rescate.

La alcanza un par de salas más allá, en el interior del palacio, una sala sin ventanas y sin nada de interés, y por tanto, vacía salvo la dama y él mismo. Sonríe. Una voz a su espalda, junto a las cortinas que flanquean la entrada que acaba de atravesar, le sorprende

-Byron, he recibido su mensaje

El aludido aumenta su sonrisa, se da la vuelta y saluda en una inclinación tremendamente formal con indudable intención de hacer cierta burla

-Encantado de volver a veros. No esperaba encontraros aquí, sino en otra más… formal ¿os está gustando en todo caso la fiesta?

-Consideramos que esta era más oportuna para nuestros fines. Pero no perdamos tiempo. Lo primero. Quiero recuperar a mi hija, dicen los hechiceros que puede estar atrapada en el libro de magia negra de tu familia. Pero eso me da igual ahora. Quiero tenerla. Podemos ser rivales y darnos muerte, pero hay cosas que deben respetarse.

-Yo sólo espero que tu hija sufra tanto como vamos a hacerte sufrir a ti y los tuyos como piséis Llion. La mitad iréis de esclavos, la otra mitad seréis dados a Ares como prueba de amistad.

-Cuidado Consul. Cuidad bien las palabras. He venido en buena fe a parlamentar. Insultar y amenazar a los hombres que hemos tomado armas para defender la corona si os divierte, pero si volvéis a mencionar a mi hija en ese tono esta guerra no acabará hasta que todos los míos estemos muertos o tengamos vuestra cabeza, y por lo que vi en la reunión quizá el resto de los Consejeros me la sirvan en bandeja a cambio de la paz.

-Ohhh Honrado, muy tierno. Pero creo que estáis partiendo de varios puntos equivocados.

El primero pensar que esta guerra va a terminar sin que uno de los dos sea completamente aniquilado,

El segundo. Debería darle las gracias. Ha unido a Llion y a sus aliados. Ha fortalecido como nunca mi posición. Lo que vió en la reunión ya no se corresponde con la realidad. Dentro de poco habrá un juicio en el que soy acusado, injustamente, por los asuntos de Bastión. Quizá antes podría causarme algún problema, ¿pero ahora? Por la Diosa, ahora lo único que quiere todo el mundo es su cabeza.

En gratitud le seré completamente sincero. No sabemos donde está su hija. Lo que si podemos asegurarle es que la encontraremos antes que usted.

Y la entregaremos a piezas. En su mano está decidir si quiere recibirla con un dedo menos o desmontada completamente.

Llion es un reino de mercaderes y esto es una negociación. Vos, Honrado, vió la división que había entre nosotros. Pero yo ví que adora a su pequeña, y que Amún le dió cobijo pero ningún respaldo.

Llamaremos a nuestros aliados, ofreceremos dinero, territorio y recursos. Y tenga claro que si Amun le vuelve a dar cobijo cuando le echemos como un perro de nuestras tierras no nos detendremos sólo en las fronteras.

El otro apenas puede contener su ira.

-Mi linaje y el de los míos es tan de Llion como el vuestro, dice entre dientes, pero admito que no tengo sangre de mercaderes y desconozco vuestras maneras. Y si esa es la manera correcta de hacer las cosas para un cambista para mis mayores era distinta. El honor valía más que el oro. Tenéis suerte en este mismo momento que sea así. Tendré vuestra cabeza, os lo prometo. Pero no pagaré a un asesino como vos, será en la batalla o por el verdugo. Pero la tendré. Tenéis mi palabra.

-Vos lo habéis dicho Honrado, vigilad vuestros pasos y los de vuestros seres queridos. Apartir de ahora tienen precio.

Por un momento parece que Honrado no podrá contenerse, pero la joven, de la que Byron se había olvidado, le toma del brazo y tira de él

-Hay que irnos mi señor

Vuelto en si, los dos abandonan presurosos la sala por una puerta menor.

Byron les mira marchar. No ha ido nada mal, piensa satisfecho. No da la alarma. Está seguro que han preparado bien la huida y es inútil. No piensa darles cierta aura heroica cuando fracasen en capturarlos. Además, no tiene ninguna intención de que le arruinen la fiesta. Su humor ha mejorado ostentosamente. Además, cree recordar un lechazo con caramelo pero que tenía una pinta absolutamente deliciosa.

A por este va en un trote alegre frotándose las manos.

Así empiezan a veces las guerras

........

Romance Realista

Romance realista

En la tierra del Norte

Donde la Cueva Santa

Allí buscaron seguro

Los pocos que aun guardan armas

Llego el altivo traidor

Al pie del monte llegó

Con tan grande mesnada

Que a todos verlos espanta

Allí fabló su Caudillo

Bien oiréis lo que dirá

Que lo que allí se dijo

No lo debéis olvidar

Sois hombre de Honor y Valía

Yo no lo he de negar

Más toda la tierra es mía

Mía y de quien quiera dar

Y no ha de volver vuestro Rey

Ni vuestro Reino tornar

Más hombres de tal valía

No dejaré de premiar

Daros ricos presentes

Y de honores colmar

Si deponéis vuestras armas

Y a mi servicio entráis

Respondieron de lo alto

Tal respuesta le fue a dar

Escuchad bien lo que dijo

Que no conviene olvidar

Poca merced me hace

Quien lo mío a mi me da

La Casa de mis padres

Bien la podéis habitar

Yo a mi hijo he de dar

Una mejor Heredad

Lealtad que no se ha quebrado

Causa que Batallar

Y por el Sacrosanto

Que Él lo ha de lograr

La tierra que nos quitasteis

Ellos os han de ganar

Y allá de donde llegasteis

Allá os han de tornar

Y así termina la historia

Que os acabé de contar

Y así acaba la historia

Que nunca debiste olvidar

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[b]Antes de la tormenta

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Un hombre frente a un alto ventanal.

Fuera una vista de palacios, mercados, casas de ricos y pobres, un bullicio constante de gentes y mercancías de una urbe que parece no descansar nunca. Se contempla toda la gloria de la capital. Es una ciudad que ha prosperado en los últimos años.

Detrás del hombre hay una conversación de varias voces, pero no parece de momento prestarles atención. En voz alta habla para sí.

“Así que es verdad, la guerra ha comenzado”

Aunque no se dirigiera al resto, la ruptura del silencio reconduce la conversación. Desde su lugar en la mesa Byron, Consejero de la Tierra y Cónsul de Llion, le contesta.

“Si, hubo una revuelta en la región de Aldea Alegre, incitada por un grupo de exiliados que cruzó la frontera. Es una zona muy anclada en el pasado, tuvieron poco resistencia local, y antes de que llegaran nuestras tropas cruzaron la frontera para unirse a las fuerzas de los exiliados con todo lo que pudieron llevar consigo. Los informes dicen que la mecha fue sed de venganza entre los sectarios realistas por la sangre derramada”

“¿Que sangre? Esa parte no la entiendo”

"La niña que según ellos tenemos nosotros, pero ha desaparecido"

El consejero se da la vuelta. El consejo de los seis está reunido. Lo preside el Consul Byron. El resto está reunido en torno a una mesa redonda, todos los asientos son pequeños tronos, todos iguales. En las paredes, estandartes. Seis con los símbolos de las seis casas, y mayor que el resto, el séptimo, un estandarte de Llion.

“Ahh, ¿Ya la dan por muerta entonces?”

“Los peones de la revuelta tal vez. Se que Sangrejusta aún la está buscando, pero es lo que ocurre cuando eres un padre nefasto. En lugar de preocuparte por ella la usas de excusa para iniciar una guerra.”

Interviene entonces una mujer

“No sé. Personalmente, considero que ninguna sangre ha teñido la tierra de Llión, ni la de Amún. Si bien desean congregar a aquellos que desean la vuelta de los tiranos sanguinarios, podemos darles algún pedazo de tierra mientras decidimos qué hacer para cuando vengan llorando y clamando por su libertad.

Las monarquías se destronan por algo. Y nada, ni nadie, va a traer la ruina y la pobreza a Llión mientras mis ojos lo vean.”

El hombre de la ventana volvió a dar la espalda al resto de la reunión. Volvió a mirar la ciudad. SU ciudad. Ellos ya destronaron un Rey. Ellos gobiernan ahora el pueblo de Llion. No permitirá que venga otro para arrebatarles su victoria. Ellos son el Pueblo.Toma su copa, la lleva a sus labios. Está vacía. Frunce el ceño y un criado con librea, rojo su rostro como el León del emblema, aparece de improviso para llenar la dorada copa a su señor.

....................

Una fortaleza en las montañas. Es vieja, terriblemente vieja, sus delicados adornos de piedra desgastados por el viento y la lluvia hasta volverlos casi irreconocibles. Es poderosa, pero sólo un eco, un resto, de un mundo y de un pueblo de otro tiempo, hermoso y terrible a la vez. Era sólo una fortaleza fronteriza, ahora es todo lo que queda.

Sus señores parecen jóvenes, pero son más ancianos que esas piedras. Sólo las numerosas cicatrices de una guerra sin fin rompen ese espejismo.

La mesa de los 5 Señores del Pilar del Norte llena de mapas, cartas, dibujos, planos.

Alianor: Amún y Llión parece que están en una situación tensa y con ella una rebelión dentro de Llión de los Monárquicos.

Fingüe: ¿Y a nosotros eso que nos implica?

Egainer: Que veremos arder Llión en la distancia.

Aianor: Realmente, los de Llion parece que no nos atacaran.

Si siguiera la hostilidad es posible apoyar a los realistas..

Bastión no busca nuevos enemigos, nuestro enemigo son los monstruos que habitan las montañas.

Fingüe: Que se maten entre ellos.

¿Merece la pena ir?

No somos expansionistas, nuestro sitio está con nuestro deber.

Egainer: (Asienta tras las palabras de su hermano).

Y allí seguirán, inmersos en los rescoldos de una guerra que terminó antes de que comenzara la Era del Hombre. Pero a ellos no les importa, quizá porque ya no existe un hogar al que regresar.

............................

TRAS LA PRIMERA SANGRE: CRÓNICA

En algún lugar de la tierra de Amun, no muy lejos de la frontera. El terreno es agreste, una sucesión de continuos altibajos y colinas de agudas pendientes. El bosque cubre hasta donde alcanza la vista. Son los últimos días del verano. Aunque sol calienta aún la tierra pronto empezarán a caer hojas.

Un grupo avanza por el camino laberíntico que permite la orografía. Es un colectivo abigarrado, por edad, por vestir y riqueza. Unos a caballo, otros mulas o burros, carromatos tirados por bueyes y el que nada tiene, a pie. Armados con espadas, lanzas oxidadas, arcos o garrotes…

Pero en común el polvo del camino y la alegría del peregrino que llega a su destino.

Por que desde allí, al coronar la última cuesta, se ve como el camino se ensancha en un valle resguardado. El bosque ha sido talado y sustituido por tierra de cultivo y pasto. En el centro, un caserio. Preside la ámplia casa de un terrateniente, grande pero no muy lujosa, como podría tener un noble menor. A su alrededor las que habitan los labriegos, el pajar, el molino, las cuadras y otras edificaciones. Y pabellones, muchos pabellones de lona que se han levantado entre edificios y en alrededores sin apariencia de ningún orden que no sea el de llegada

Y moviéndose como hormigas un enorme y caótico ejército de gentes tan diversas como ellos. El humo de cientos de hogueras, los gritos de hombres y animales, el sonido de los martillos golpeando yunques de manera frenética lo llena todo. Alertados por alguna señal, un grupo de curiosos se va congregando a las afueras. Sin preocupación, claramente los vigías no lo consideraban una alarma. La llegada de nuevos contingentes es una escena cotidiana.

Tres hombres dirigen a los recién llegados y observan en silencio largo rato.

Uno de ellos lo rompe para dirigirse a sus compañeros.

Invierno, deberíamos movernos o alguien abajo acabará por ponerse nervioso.

Si, pero no sólo movernos. Capitán, que desplieguen las banderas. Ocúpate de que los nuestros acampen, descansen y demás intendencia. Nosotros iremos a reportar al alto mando.

El oficial ladra órdenes, y de los bultos salen estandartes de las tres viejas familias que, libres por fín, ondean orgullosas al viento. La tropa grita entusiasmada el nombre de los linajes bajo los que sirven, y descienden con la música de marcha de algunas flautas. Un enorme bullicio les acoge en el campamento. Palmadas en los hombros, pellejos de agua o vino para apagar la sed. Bienvenidos. Viva el Rey.

Los tres hombres al mando se quedan en la colina. Van a caballo. Sus ropas de viaje son de calidad y tienen bordados, cada uno, los emblemas de sus respectivas casas.

Por fin. Ahí está el ejército del Rey.

No, Dardo. Eso no es un ejército. Es una masa informe. No hay ninguna disciplina. Musita agriamente uno de ellos.

Ya la aprenderán Invierno. La guerra enseña rápido. Responde, de buen humor, el tercer compañero

Invierno insiste. Míralos Barracuna. Hay demasiados jóvenes y demasiados viejos.

La sonrisa de los otros, que le conocen, se ámplia, Barracuna le responde de nuevo. Piensa por otro lado que los jóvenes están llenos de energía, y en los veteranos se puede confiar.

Y las armas, ¿que me dices de las armas? No valdrían ni para guardar el ganado. Invierno no va a dar su brazo a torcer.

Ya escuchas los martillos. Además, en las guerras suelen faltar armas al principio, pero siempre sobran al final. Hace sólo falta manos dispuestas, y hay un buen número de ellas. Le contestan otra vez.

Si. Pero el Consejo quizá reúna el doble. Estamos muertos. Sentencia ominoso.

Los otros dos no pueden evitar una carcajada. Bueno, ¿y cuando ibas a contarnos que pensabas vivir para siempre? El aludido no pudo evitar sino responder con su propia risa. Levantó la espada ante su rostro a modo de solemne saludo a sus amigos,

A morir entonces, Señor de los Dardo y señor de los Barracuna. Por el Rey. Lealtad que no se ha quebrado.

Los otros responden con un saludo igual de formal. Causa que batallar, mi buen Duque. Por el Rey.

Y se pusieron en marcha, bajando la cuesta a trote.

…………………..

La casa principal es grande, pero no extremadamente lujosa. Casi funcional. Sobre su puerta principal un gran estandarte de batalla con las armas reales, y hay un continuo y veloz trajín de hombres que entran y salen bajo control de los guardias. Estos, una vez informados de la identidad de los recién llegados, toman sus monturas y mandan un mensajero. Se necesita poca espera. Un criado, con el emblema monárquico recientemente bordado en su ropa, sale en su busca. Su majestad les da la bienvenida y les recibirá ahora.

Le siguieron hasta el salón principal de la Casa. Dos caballeros con armadura completa guardaban las puertas y, a pesar de su guía, miraron con suspicacia a los recién llegados hasta dejarles paso.

En el centro de la sala una gran mesa de banquetes, llena papeles. Nobles y soldados discuten, señalando algunos puntos en los mapas. El resto de la mesa hay cartas y otros documentos. La discusión es intensa, hace falta un carraspeo del guía para que levanten la cabeza. El grupo se abre. Deja en el centro a un hombre. Es alto, con barba. Con porte regio y mirada inteligente. A su lado permanece un muchacho, apenas poco más que un niño. Podría ser su paje. Pero era su Rey. Alvar, primero de su nombre.

Los recién llegados hincan, con fuerza, su rodilla en tierra ante su monarca.

Duque Invierno, el Señor de los Dardo y señor de los Barracuna, bienvenidos. Gracias por ser fieles a vuestro juramento. Levantaos. El muchacho les habla con cierta torpeza, eligiendo las palabras. Pero la mirada es firme y también la mano que aprieta la suya.

Nuestra vida es suya majestad, repiten a la vez con emoción.

Estaréis cansados después de tan largo viaje mis señores. Ir a descansad si queréis, o si preferís permanecer, el Consejo está reunido y sois bienvenidos a formar parte de él.

Ya habrá tiempo de descansar Majestad, responden por los tres el Señor de los Dardo.

Bien. Dejaré entonces que el Señor de Torrequebrada, como mi Senescal, os ponga brevemente al corriente del asunto que tratamos antes de continuar. Son asuntos de importancia que necesitan ser discutidos

El hombre que ha permanecido a su lado hace una leve reverencia de cabeza. Ha estado mirando todo el rato, con evidente orgullo, el desenvolvimiento del joven.

Bienvenidos señores. Estábamos analizando el resultado de la reciente incursión y de los sucesos inmediatamente posteriores.

La incursión no tuvo dificultades. Nuestros fieles, previamente preparados, se levantaron con nuestra llegada y pronto fue un número imparable para las escasas fuerzas que intentaron oponerse. La primera prueba de armas, por humilde que sea, fué una victoria. Y eso no debe desdeñarse por muchos motivos.

Pero el Consúl no fue sorprendido del todo. A pesar de no haber presencia de tropas regulares si tuvo la precaución de dejar un mensaje en uno de sus hombres.

¿Que mensaje?

Una romance. Una burla. Que amenazaba al señor de los Sangrejusta con acabar con todo su linaje. Respondió el propio Sangrejusta hablando de sí mismo en tercera persona, en uno de los extremos de la mesa. Es evidente que el incidente aún le llena de ira.

Y el señor Sangre justa, cegado por la cólera, mandó matar a todos los prisioneros que no juraron servir al Rey. Retomó el Senescal.

Les di la opción y eligieron.

Pero no fue el deseo del Monarca.

Los recién llegados asisten al duelo dialéctico entre los dos consejeros más cercanos al monarca. Durante muchos tiempo Sangrejusta ha sido el líder y cara visible de la Liga Monárquica, con el título Mariscal de los ejército de su Majestad (por modesto que estos fueran) y el Señor de Torrequebrada, como Senescal de su Casa y tutor del rey, era el responsable de ocultar, proteger y educar al niño en el que todos tenían puestas sus esperanzas. Pero los años han pasado y el joven Rey, aunque aún es un muchacho, pronto será un hombre. El equilibrio de poder dentro de la liga está cerca de alterarse.

Pero hay un dato que no pueden dejar de mencionar.

¿El Rey fue a la incursión? Pensamos que sólo era un rumor. No debisteis ponerle en peligro.

La incursión era segura. Todos estos años le hemos mantenido seguro y escondido. Pero ahora necesitamos que se mostrara a su pueblo. ¿O preferís que lo llevemos a las inciertas batallas que nos esperan? Se defendió Sangrejusta

Así fue decidido. Zanjó el Senescal, en este tema conforme con el Mariscal. Acabado esos sucesos, hubo una reunión con una importante comitiva de Amún. No os contaré ahora los detalles, pues es sólo un resumen. Basta decir de momento que las conversaciones tuvieron altibajos, pero podremos seguir adelante. Cómo sabéis hay consejeros en Amun que se inclinan por el Consejo de Mercaderes si este ofrece un precio apetecible, pero creemos que que hemos ganado el apoyo de la mayoría.

Los recién llegados asienten satisfechos.

Eso era clave, una decisión en contrario sería un desperdicio de mucho trabajo y una enorme cantidad de recursos. Pero,¿Qué hay de la corona?.Y…... ¿la copa?

Fracasamos. La revuelta fué la excusa perfecta, como se planeó, para hacer una expedición fuertemente armada. Contamos con numerosos mercenarios de Amun, sus mejores hombres, interesados en encontrar los restos de Enon II. Y fracasamos.

Entramos en los túmulos reales secretos. Pero la sombra ha crecido demasiado. La mayor parte de los nuestros pereció allí. Cómo héroes según nos cuentan. De alguna forma que desconocemos dieron tiempo a que escapara el resto. Pero la oportunidad se perdió a un alto precio.

Debemos volver de inmediato. Debemos volver a llevar una expedición, más fuerte está vez. La corona nos será muy útil sin duda, pero la copa, la copa es nuestro deber. No podemos permitirlo. Exclama el señor de los Dardo.

Es el joven monarca, dejado de lado en el calor de la discusión, quien interrumpe, en un tono que no admite réplica.

Ya hemos perdido a muchos buenos hombres. Hombres fieles a nuestra causa. Estamos en guerra ¿cuantos más podemos permitir perder? Por mucho que nos duela, debemos priorizar. Debemos ganar la guerra. Mientras seguiremos guardando la puerta en secreto, y la sombra hará de guardian en su interior hasta que estemos preparados. Eso, por desgracia, son nuestras mejores opciones.

Sorprendidos, y algo avergonzados, todos asienten con respeto. Pueden no estar de acuerdo, pero el Rey ha hablado y tomado una decisión.

Un criado entró en la estancia

Mi señor, es tarde, ¿queréis que os sirva la comida?

Si, respondió el Senecal, comerá con su Monarca todo el consejo.

Salvo Sangrejusta, intervino el rey de nuevo, estoy seguro que hay deberes que debe atender ahora mismo.

Se hizo el silencio. El mensaje era claro. El monarca había retirado parcialmente su favor del que había sido su hombre más fiel, mariscal de sus tropas y responsable de los acuerdos que hicieron posible el levantamiento.

El resto de los nobles se miraron entre sí. El Duque invierno gruño no del todo disgustado, siempre hubo rivalidad y viejos agravios entre las dos familias. Mucho había cambiado a la fuerza, pero no todo. Un movimiento como ese puede arrastrar en el futuro otros. Y sobre todo, el Rey muestra que tiene hierro dentro a pesar de su edad, pensó satisfecho. Quizá no seamos una causa perdida.

…………………………

Alvar, primero de su nombre, pequeño rey de un reino que no existe salvo en el corazón de sus fieles, y el Señor de los Torrequebrada, Senescal de su casa, caminan por el campamento resguardadas sus identidades por gruesas capas. Los hombres están reunidos en torno a los fuegos. Comen, beben, hablan y cantan.

-Parecen felices, comentó Alvar.

-Lo están, han esperado mucho tiempo y pronto marcharán a la batalla. Disfrutad de este momento majestad. No veréis nada tan bello a partir de ahora.

-No creéis entonces que tengamos posibilidades de victoria.

-Si que lo creo. Será dificil, pero tengo esperanzas. Pero ocurra lo que ocurra el futuro será más difícil. Y nunca volverá a ser tan limpio y hermoso. Si perdemos… será terrible. Pero aunque venzamos no será sin un alto precio. Mucho y muchos se perderán en el camino. Y la victoria da pie a la avaricia, al recelo y a la riña por el poder. Todos los que os siguen ahora os siguen con el corazón puro, porque no es una opción razonable. Pero si empezamos a vencer...

-Suena espantoso. ¿Para qué empezar una guerra, si es tan horrible como decís?

-Lo es. Pero en primer lugar. La guerra no es hermosa, que nadie os engañe, pero a veces son justas y necesarias. Lo único bello que encontraréis es, ante el horror, la lealtad que permanece, la espada que ejerce clemencia y la avaricia que se rechaza cuando el caos podría ocultar todas esas miserias.

Y en segundo lugar, las dificultades de la victoria son las que tiene todo acto de gobierno. Y será vuestro papel encarnar el ideal mejor de lo que lo encarnaron vuestros inmediatos predecesores. Ser el guardián que protege al reino y al débil. Nunca ha sido fácil mi Señor.

-¿Y Honrado?, la humillación pública parece demasiado dura. Tiene en alta estima su honor. Le parecerá una tortura verse todos los días juzgado por sus hombres. Creo que la muerte hubiera sido más liviana para él.

-Si, Lo es. Pero no olvidéis que fue idea suya. Coincidimos que vuestro primer acto de gobierno no podía estar manchado por una desobediencia y una mancha de sangre. Ni que miraráis a otro lado por sus méritos. O sino los que os rodean o perderán la fe o trataran de aprovecharse.

Al dar ejemplo público con Honrado, que os ha dado tanto, todos saben que queréis ser justos y no hacéis acepción de personas. Os ha convertido en Rey de hecho, no sólo de nombre. Si habéis derribado a Honrado ninguno otro tratará de imponeros su voluntad como válido si este cae en batalla. Y nadie pensará que los actos de pillaje estarán justificados o perdonados sólo por luchar por vuestra causa. Es una gran oportunidad. Una inmejorable sin duda.

-¿Crees que lo hizo aposta entonces?

-¿El suceso de las ejecuciones? No. Aunque aprovechemos las circunstancias los hechos siguen siendo los mismos. Cometió ese acto cegado por su cólera, inteligentemente despertada por el Cónsul, que sabe de su amor a su familia. Y es un pecado grave de desobediencia y sangre. Por eso debe pagar. Debe redimirse.

-¿Cómo y cuándo podré redimirle?

-No será fácil. Un acto extraordinario. O la lealtad hasta la muerte, que es en sí un acto extraordinario. Su honor estará manchado hasta entonces y no puede recuperar todo vuestro favor. Ni él lo querría.

-Bien. ¿Y ahora qué?

-Ahora es tiempo de que vayáis a la cama, majestad. Necesitáis descansad. Mañana partimos a la guerra.

Nota: En a reunión con los nobles y el monarca se resume el evento en vivo tras la primera Sangre. El resto es transfondo jugado y acordado en otros momentos con los jugadores

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Crónica tardía de la Expedición del Rey, dentro de la Campaña entre la Liga Y Llion

LA BATALLA DE LA EXPEDICIÓN DEL REY

Una taberna en un cruce de caminos en algún lugar de Naxara. Alli se reunen comerciantes, viajeros de todo tipo y lugareños. Hay, como en todas las tabernas, un tiempo para todo y un horario que se rige a impulsos, como los debates, donde se discuten acaloradamente como si la propia suerte de los asuntos tratados dependiera de esa tertulia.

Ese tarde un hombre, un comerciante de telas y especies, leyó una crónica de los sucesos del lejano Llion. Indignado, arengaba a su auditorio contra estos “rebeldes y chusma, asesinos de niños y ladrones, gente sin escrúpulos, moral ni raciocinio, que aterrorizaban las prósperas y felices tierras gobernadas por el Consejo de Mercaderes. Cobardes que sólo vencieron una escaramuza por la humanidad de las nobles tropas de Llion”

Y blandía el manuscrito en alto como prueba irrefutable de todo lo que decía.

“Asesinos de niños” Repitió una vez más.

-Mentira

La voz llegaba de una esquina apartada de la taberna, donde hasta entonces un viajero comía separado de todo trato con los demás. Ahora señala con la cuchara al mercader.

-Que esté escrito en bonitas palabras en un caro pergamino no convierte ningún hecho en verdad.

Habla tranquilo. Por su vestimenta no es ni rico ni pobre, un viajero de motivos indeterminados. Sólo una fea cicatriz le aparta de lo ordinario. No muy antigua. Le cruza de la mejilla, sin que la espesa barba sea capaz de ocultarla, al parche que cubre su ojo.

No le gusta al comerciante que le pongan en duda, menos un desconocido, menos aún un hombre que, por su atuendo, no tiene renombre.

-De esto, mi buen señor, da fé mi pariente que vive en Llion, y está redactado con el testimonio de los hombres que estuvieron en la batalla. Mi primo es un hombre de influencia, sabe lo que dice.

-No les debió ser difícil encontrar fuentes tan fidedignas… con un poco de oro yo también encontraré a un mercader de Llion dispuesto a jurar por su madre lo que quieras.

Se introduce con gusto un enorme trozo de queso, y mientras lo mastica prepara el siguiente.

-Y por supuesto vos si que sois un experto en la materia, responde con burla el mercader.

El hombre de la barba y cicatriz parece concentrarse en examinar su próximo bocado un momento, dudando antes de contestar.

-Si. Yo sí estuve allí. Deja los cubiertos y se gira en la silla. Clava en el mercader su único ojo sano ¿Queréis saber lo que realmente pasó?

Hablas de sanguinarios, asesinos de niños, porque entre los nuestros había algunos jóvenes voluntarios. Nos llamas monstruos pero el Cónsul (escupe en el suelo al nombrarlo) había prometido abonar los campos con nuestros huesos, no sólo de los que levantaran armas, con todos los de nuestros linajes, cuando llegara el triunfo del que no tenía ninguna duda.

La noche anterior hubo canciones y risas en el campamento. Pero en la mañana todo era silencio. Los hombres marchaban callados, con parcas órdenes de oficiales. Hacía frío y se notaba la humedad por la cercanía del río.

Lealtad que no se ha quebrado. Causa que batallar. Ese es nuestro lema. Dispuestos a luchar, a morir, porque sabíamos que teníamos pocas opciones. Llion era grande. El consejo de Mercaderes, inmensamente rico. La información al mismo día de la batalla nos hacía esperar tener enfrente a un ejército de entre treinta y cuarenta regimientos.

¿Y nosotros? Habíamos logrado, con gran esfuerzo, reunir veinte regimientos entre exiliados, rebeldes de la tierra y aliados de Amun. La mitad de los nuestros nunca habían combatido, otros hacían años que no blandían espada. Y desconfiábamos de algunos mercenarios venidos del norte, creímos que estaban en nómina del Consejo.

Pero allí estábamos. Hay veces que hay que luchar, simplemente. Lealtad que no se ha quebrado.Sin cantos, ni risas... no es fácil cuando miras a la muerte a la cara. Sólo un milagro podría salvarnos… pero allí estábamos.

La niebla se disipó. El claroscuro de la mañana se ilumina. Nuestras tropas en línea cubren la colina del valle. En frente, nuestro enemigo. Intentamos contar su número.

No hay 40 regimientos, ni de cerca... quizá 16. Sorpresa y alivio, pero aún cierto recelo. El grueso de las tropas enemigas son mercenarios. Están bien equipados. Nuestras tropas estaban peor armados y la poca experiencia podía hacer la diferencia.

Comienza la batalla.

La liga se despliega en tres cuerpos. El central debe enganchar el combate. Los laterales, arcos y espadas, deben eliminar la retaguardia y flanquear. Se refuerza con unidades en segunda línea uno de los extremos de la formación central, para presionar ese punto y, coordinados con las unidades de flanqueo, romper su formación y envolverlos.

Nuestras mejores unidades ocupan los extremos, las noveles el centro de nuestro despliegue. Ese es el plan.

El consejo ataca de frente, una falange cerrada de escudos, lanzas y espadas. Los arqueros a su espalda protegidos. Lo apuestan todo a un ataque directo y brutal.

Las espadas chocan. La primera sangre. Es difícil saber en los primeros momentos cuál será el resultado. Empiezan las bajas y antes de que nos diéramos cuenta, todo termina. Los hombres del Rey nos miramos sobre los muertos, sorprendidos, porque apenas ninguno de los nuestros está entre los caídos. Alguien levantó la espada y rompió el silencio con su grito de victoria. Entonces si, nuestra respuesta hizo que la tierra retumbara. El día está ganado.

Nuestros oficiales ofrecieron una derrota honrosa al enemigo. Se les permitía retirarse de los territorios conquistados y, aparentemente, aceptaron.

Pero algo pasó en el bando de Llion. Su líder cambió de opinión o cambió de líder, no lo se. Algo se ha dicho del hijo bastardo del cónsul (escupió en el suelo al nombrarle) cuando tomó el mando cuando este se marchó tras el primer combate. En cualquier caso, el Consejo de Mercaderes contraatacó con furia, decidido a combatir hasta la muerte. Fue una carnicería absurda.

No eran malos guerreros. Los últimos combates fueron una melee caótica, sin formaciones. Allí, sin otra estrategia que el número y la habilidad individual de cada guerrero, nos hicieron sangrar seriamente por primera vez. Pero la victoria era ya nuestra.

Esa noche hicimos el campamento a los pies de una pequeña fortaleza, apenas una torre amurallada de vigía. La Atalaya del Rey la llamamos.

Desde lo alto puede verse los valles que rodean la capital, aún dominados por los mercaderes. Allí está reunida la plana mayor del ejército realista, mientras los hombres celebran a sus pies. El señor de los ejércitos del Joven Rey mira su objetivo. Por primera vez en mucho tiempo se permite sentir esperanza. Ha dirigido el núcleo de los combates. Ha estado en la primera fila. Ha sangrado. Han vencido.

Van llegando mensajeros.

El éxito es completo en los dos condados.

Alvar I invita a comer a su general a su mesa.

El tercer mensajero llega de Amun. Han robado en el templo. Se han llevado un libro. Se acabaron las sonrisas.

-Que los hombres fortifiquen la posición, estaremos un tiempo. Traerme un prisionero y necesito un voluntario. Les haremos una última oferta.

Es de noche ya cuando el hombre de la barba y cicatriz termina su relato, a su alrededor el ámplio corro de los parroquianos. El mercader encuentra en el parón un hueco donde atacar.

-Aunque fuera cierto eso no justifica…

-¿Que oferta hicieron? Le interrumpe otro parroquiano con murmullo de aprobación de la mayoría

-Ah, esa es otra historia

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" Poco después de la derrota de la república Llion por parte de Amun y sus traicioneros aliados.

Robert Byron contemplaba la plaza de debajo de su castillo impasible.

Poco tiempo falta para que comience en juicio al que el resto de los maestros le someterán por las faltas cometidas en las reunión con bastión del norte que propicio un momento de debilidad que los ladrones de Amun y sus mascotas aprovecharon para atacar la república.

Robert sabe que todo esto es una farsa, ya que únicamente el maestro de la moneda asistirá como juez, jurado y verdugo. El resto han decidido mantenerse al margen, A pesar de años de amistad siempre ha existido cierta rivalidad entre los dos y esta es una oportunidad que no puede desaprovechar.

Da igual que lo mucho que me esforcé por buscar tropas mercenarias, aliados y organizar la defensa. Incluso cuando los perros de Amun atacaron de forma rastreara y ladina el territorio adyacente a la capital, y el señor del acero tuvo que abandonar el frente para reforzar la defensa poco importo que fuera Robert que asumiera de nuevo el mando de las tropas sin apenas tener información de la situación

Saben que ahora el pueblo necesita un chivo espiratorio y Robert es el culpable de la actual situación en la que se encuentra la república.

Pero también es la única solución

El juicio, una obra perfectamente preparada entre los dos viejos amigos. Ninguno de ellos desea darle al pueblo la sensación de que existe debilidad entre sus maestros.

La única nota disonante la pone el líder de bastión del norte. El cual se presenta sin invitación como oyente.

¿ La sentencia? Celebrar un torneo, pagado de la mano de cónsul en menos de dos meses y renunciar al cargo que lleva años ejerciendo.

Lo acepto. Que remedio.

Antes de acabar, Alianor proclama a los cielos que me retara a duelo por las faltas cometidas. Le miro con desdén, esperando que tenga el valor para realizar el duelo allí mismo.

Me devuelve la mirada, sabe que no es el sitio ni el lugar adecuado.

" Algún día, llegare a tu fortaleza en medio de las montañas y te sacare a rastras tirado por las cabras que tanto os gustan " Pienso para mi mismo

La gente aplaude. Es el fin de Byron. Consul de Llion.

Puede que siga vivo, pero ahora ya solo es un mero espectador.

Pero incluso los espectadores pueden cambiar el rumbo de la obra.

Cae la noche.

Diferentes figuras aparecen en las sombras.

Altas, bajas, gordas, pequeñas, enormes

Enfrente de ellas. Grandes mansiones, enormes casas bien protegidas y fuertemente vigiladas.

Los guardias les ven acercarse.

Se preparan y con un rápido movimiento les dejan vía libre

Solo los mas necios morirán esta noche

"Donovan se despierta alterado, asustado por unos golpes secos en la puerta de su habitación, unos gritos de hombres e inmediatamente el silencio precedido de una puerta que se abre lentamente "

Una única figura entra en la habitación

"-¿Byron, que significa esto? Pregunta alterado, sabes perfectamente lo que esta pasando. El había pensado lo mismo mas de una vez

" - Para luchar contra monstruos, debemos de convertirnos en ellos Donovan. La republica no tiene oportunidad contra gente sedienta de sangre y poder mientras nuestras decisiones sean lentas y no podamos responder de forma contundente "

"- ¿Y vas a destruir todo por lo que hemos trabajado? , ¿Tantos años juntos y decides hacer esto simplemente por que te han despojado de tu amado puesto? El resto no lo aceptara

"- El resto se encuentra en la misma situación que tu. Solo que sin tener la seguridad de que estoy yo delante. "

"- Tus manos estan manchadas de sangre, no eres mejor que ellos si decides seguir adelante. "

"- Lo se, pero como ya te dije, amo nuestro sueño por encima de todos. Y si tengo que convertirlo en una pesadilla para luego poder seguir soñando asi sera. "

" - Que la diosa te perdone Byron. Por que el pueblo no lo hará. "

" - Contaba con ello. No hemos adiestrado a ganado, si no a hombres libres. Seguramente aceptaran de buena gana mi mano mientras Amun sea nuestros enemigos. Se ha corrido la voz de sus fechorías y de como tratan a aquellos que caen en su cautiverio. Lucharan por miedo, por odio y por proteger a su familia mientras el enemigo este fuera de la república.

Pero no dudaran en darse la vuelta cuando hayamos ganado.

Y créeme, a diferencia de hoy esto es un crimen por que estoy dispuesto a pagar de buena gana. "

"- Al menos respeta a los míos."

"- Te echare de menos amigo, a ti y a los demás " Pronuncio mientras le tiendo la mano una ultima vez

Amanece en Llion.

La gente aun confusa no entiende lo que ocurrió anoche

Corren rumores, Amun nos ha atacado en la noche, Ha habido un golpe de estado, mil y una habladurías.

"El caldo perfecto" Pienso.

Los heraldos tocan trompetas, anuncian que a medio día se dará un importante aviso oficial

La gente se pone nerviosa. Preguntan . Ven muchos hombres armados por la ciudad. Todos temen

Se reúne una gran aglomeración en la plaza mayor de llion

Nervios, furia, algunos gritan consignas en contra de Amun, otros aceptan un perfil mas bajo

Empieza a sonar las trompetas

Hago mi entrada por el balcón del antiguo palacio del rey

" Llion, mi pueblo. Mi gente."

Muchos se tranquilizan, Entre tanto caos una figura de poder y conocida. Todos callan

" Esta noche, he tomado el poder único y completo de la república de Llion. Los demás maestros han sido depuestos. Tomo esta medida para salvar la tierra que tanto amo y a la gente que siempre he protegido.

La república es ineficiente en tiempos de guerra, cuando hombres malos y sus despiadados secuaces toman las armas contra nosotros, de poco sirve el dialogo y las palabras.

Somos un pueblo culto e noble, pero debemos ceder ante la barbarie para poder combatirla.

Pero os prometo, que cuando esta guerra sea ganada, y la república este a salvo. Dejare mi puesto. No seré como los reyes del pasado, ni un tirano en el futuro. Solo quiero ser el hombre que merecéis, el que necesitáis para poder enfrentaros a canallas que ejecutan prisioneros y usan a niños pequeños como escudos humanos"

Gritos y confusión de nuevo

Mentiroso me acusan, traidor. El pueblo clama. Es normal. Quieren garantías.

Hago que las trompetas se alcen por encima del estruendo una vez mas.

" Se lo que muchos estáis pensando, y tenéis razón. Por eso mismo, os dare la prueba irrefutable de mi compromiso."

Hago que traigan a un hombre que estaba oculto, detrás de las cortinas.

No lo traen soldados, ni siquiera matones.

Si no dos médicos que lo postran ante mi

La gente grita horrorizada.

Primero, pensando que seria uno de los maestros al que había dado orden de dejar torturar.

Luego de sorpresa al reconocer la vestimenta de los médicos y el vendaje del enfermo

Lo agarro sin miedo del hombro y le obligo a levantarse.

La multitud lo observa con atencion

Nadie sabe que pensar, nadie tiene ni idea de lo que esta pasando Pero todos reconocen la enfermedad de ese hombre

" Este es mi castigo, y vuestro seguro de que cumpliré mi palabra "

Digo mientras le calvo corto con una daga que tenia escondida.

EL pueblo grita, los mas cercanos al balcón se alejan temerosos de que la sangre les salpique. El hombre apenas gime. Simplemente no se puede notar un corte sobre la carne muerta

Me descubro el pecho

" Por la tierra que amo, por que que siempre he amado y por los ideales que siempre he defendido. Confiar en mi una vez mas, como yo os estoy confiando el futuro. "

Replico una vez mas mientras me corto con la daga el pecho

Mucha gente grita. Nadie sabe que pensar

" Mejor , pienso. Un gran golpe, El pueblo ha visto mi compromiso y tienen la seguridad de que no durare mas que unos pocos años antes de ser como el "

Miro al enfermo.

El hombre me devuelve la mirada. Casi con pena, pues sabe lo que me espera.

Me resigno al futuro, a veces se tiene que tomar medidas desesperadas para poder avanzar en la vida

Me retiro mientras ordeno que limpien todo y que los heraldos salgan a llevar las noticias por toda la nación.

" -La república prevalecerá, cueste lo que cueste" Pienso antes de cerrar el balcón.

" -Señor, Señor , la voz de un guardia me interrumpe.

Hemos encontrado algo en la casa del señor de la moneda mientras la registrábamos "

" -¿Que es? "Pregunto mientras intento tapar mi herida, duele. Los médicos que acompañaban al enfermo se abalanzan sobre mi a atenderme rápidamente.

" Un extraño libro señor "

Sonrió, después de todo parece que si vamos a poder combatir a los monstruos con monstruos

"Que me lo traigan inmediatamente "

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En su obsesión por defender la república de llion de las hordas barbaras de Amun, el consul supremo byron ha recurrido a hombres de dudosos conocimientos y oscuras artes para desentrañar los secretos de un libro que durante mucho tiempo ha permanecido oculto.

Buscando cualquier atisbo de poder que le permita destruir a sus enemigos esta dispuesto a cruzar las lineas que haga falta con tal de acabar con aquellos que solo buscan la guerra como forma de vida.

"Para combatir monstruos, crearemos monstruos "

Es la frase que corre en secreto entre los mas oscuras sombras de la república de Llion acompañada de una promesa de riqueza y poder

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Poco se habla de la pequeña hija de Honrado, uno de los líderes del bando realista de Llion, teniendo en cuenta el importante papel que, involuntariamente, ha tenido en el conflicto. Para esclarecer este punto de la historia pueden resultar de utilidad los escritos de Egregio, comerciante de lanas afincado en la capital de Llion.

Además de ejercer su profesión, tuvo Egregio una inclinación a recopilar historias pasadas y presentes. En este caso nos interesan dos de sus escritos. El primero es el borrador de una carta a un destinatario desconocido (se ha especulado que Egregio fue confidente a las autoridades del Imperio del Pacto, pero es un punto que no podemos aún corroborar) El segundo escrito, que de alguna manera completan las primeras, están extraídas de sus notas personales para su inconcluso proyecto de una Crónica General del reino de Llion.

Extracto de la Carta de Egregio a destinatario desconocido

Mi señor,

Me preguntáis sobre la suerte de la pequeña Urraca, la pequeña hija del Señor de los Sangrejusta.

Sobre su verdadera suerte, sobre el misterio de su desaparición y de el posible vínculo de su alma con un antiguo libro poco puede puede decirse sin temor a caer en el falso rumor.

Pero de su papel que su influencia en otros acontecimientos puede, y debería, decirse mucho.

Hasta la fecha propició una guerra, provocó una ejecución de prisioneros, evitó el asalto a una capital desguarnecida y posibilitó el comienzo de conversaciones de paz. El futuro también parece ligado a su suerte. El Cónsul, dispuesto a usar todas las armas en esta guerra, parece pretende realizar un oscuro rituales nigromántico que afectaría el espirítu de la Infanta. A qué objeto concreto no sabría decir con la información que dispongo, pero con los antecedentes me atrevo a vaticinar que el odio entre las facciones puede quedar completamente desatado, con las terribles consecuencias que ello conlleva.

Todo esto a causa de una pobre niña, que aún no tenía edad para caminar. Por todo ello este conflicto, comúnmente conocido por la Guerra del Joven Rey, bien podría haberse denominado también la guerra de la Infanta.

Su papel fue trascendental en el estallido final que dió origen al levantamiento. La desaparición de la niña en misteriosas circunstancias en la antigua casa familiar de la familia de Cónsul generó una gran furia tanto en Honrado, líder de los conspiradores monárquicos en ese momento, como de sus seguidores. Más aún, el desprecio con el que el cónsul tratado el asunto y sus amenazas poco sutiles fué un gran error, no solo sirvió para enfurecer a un enemigo, ganó también la simpatía suficiente hacia la causa de Honrado fuera de sus fronteras para permitirle organizar su ejército en Amun.

Los conspiradores monárquicos se daban cuenta que una mera revuelta estaba destinado al fracaso. Era necesario organizar un ejército, y esto solo se podía hacer fuera de las fronteras de Llion. Bastión y Amun se mostraban renuentes, pero el desprecio del Cónsul a la suerte de la hija de Honrado le ganó suficiente apoyo.

Otro momento donde la suerte de Urraca fue clave aconteció en la Incursión monárquica en Aldea Alegre, primer choque de armas en esta contienda. Aldea Alegre era el señorío inmemorial de los Sangrejusta, confiscado tras su exilio y en manos del Cónsul desde entonces. Los monárquicos, a diferencias de otros puntos de Llion, aún contaban en ese lugar con un apoyo mayoritario y la ausencia de contingentes de tropas de relevancia hacían de este territorio un lugar ideal donde estrenar las armas la Liga Realista.

El ataque de los exiliados, con apoyo de la revuelta en el territorio y aliados, fue un éxito. Cuando cruzaron la frontera tenían botín y hombres voluntarios suficientes para organizar su ejército. Pero aunque la resistencia militar fue escasa el Cónsul demostró que el acero no es la única arma. A Honrado le fue entregado, por mano de uno de los prisioneros, un mensaje de burla y amenaza que prometía la destrucción de su hija y del resto de sus hijos.

Igual que errada fué la primera amenaza en este punto Byron mostró su habilidad, pues logró que la ira de Honrado, contenida aún, se desatara. Ordenó el ajusticiamiento de los prisioneros de armas que no juraron lealtad al Joven Alvar. Esto le ganó una severa corrección del Rey y pérdida parcial de su favor. Ese se considera el primer acto autónomo del Rey, y supuso para Alvar una suerte de autoproclamación de su mayoría de edad. Honrado dejo de ser líder de la revuelta, aún conservando el cargo de Senescal de Armas, y el Senescal de Palacio se convirtió en el máximo consejero. Y por supuesto dio argumentos contra la Liga Realista al Consejo de Mercaderes.

Un tercer momento donde ha influido es deteniendo el avance triunfante de los realistas. Una victoriosa campaña de conquista arrebató dos condados al Consejo de Mercaderes y colocó a los tropas del Rey al alcance de la capital. El enemigo estaba desorientado, con un liderazgo discutido y un ejército mermado. El mismo Honrado lucho en primera línea a la cabeza de sus tropas. El éxito y su valor le hicieron recuperar el favor real, aunque no el liderazgo absoluto que contaba antes del incidente de los prisioneros, ahora en manos del propio monarca e, indirectamente, en su Senescal de Palacio.

Todo estaba preparado para un asalto final a la antigua Corte. Pero la oportunidad no se aprovechó.

Al poco de las primeras victorias, mientras se realizaban los preparativos para tomar la Capital, llegó la noticia del robo de Libro Nigromántico en el Templo de Amun, donde parece que está atrapada el alma de su hija. Honrado cambió los planes y ordenó detener el avance. Se enviaron negociadores con una generosa oferta al Consejo de Mercaderes, donde la suerte de la niña o del libro era una condición inexcusable. Esto causó cierta sorpresa entre las tropas y oficiales del Rey, no obstante el recuperado prestigio del Senescal de Armas y la misma suerte de su hija, perdida sentida como propia por todos los realistas, fue suficiente para acallar críticas. Las mayores presiones para evitar la tregua vino de los aliados amuntinos, especialmente del Eonis, que se opuso abiertamente en varias ocasiones.

Como se ha señalado, tres son los momentos en que ha sido trascendental. Y aún parece que jugará algún papel en el futuro. Las conversaciones acabaron tras el golpe de estado de Byron, que impuso una dictadura y prometió una guerra sin cuartel. Rumores tan incidentes que tiendo a darles credibilidad indican que se ha entregado a oscuras artes nigrománticas dominadas por sus antepasados, así buscaría obtener del libro el alma o el cuerpo de la hija de Honrado y usarlo como arma, a la par de cualquier otro poder oscuro que pueda obtener. En mi opinión esta acción, de producirse, volverá a condicionar de alguna forma una guerra que afecta a varios reinos y que ha causado tantos muertos.

Todo esto este poder lo ha tenido, involuntariamente, una niña en edad de cuna.

Extracto de la Crónica de la Historia de Llion

Sobre la suerte de la hija de Honrado,

Era la hija de Honrado una niña de pocos meses y, sin embargo, jugó un papel trascendental en la historia de esta guerra. Lo tuvo en su estallido, pero también ha tenido una influencia fundamental en el curso de los acontecimientos, y todo parece que volverá a tenerlo en el futuro.

En Llion al poco de la caída de la Monarquía se organizó, como no podía ocurrir de otra forma, un movimiento de resistencia monarquía. Un movimiento clandestino y marginal por todos estos largos años, que en silencio y oscuridad se organizaba y soñaba con restituir el antiguo orden. El único heredero, hijo de la fallecida hermana del último monarca, fue ocultado por sus partidarios para su protección y educación. Honrado, señor de la otra hora poderosa Casa de los Sangrejusta y próximo en línea de sucesión, lideró desde el exilió la causa realista, de escasa relevancia hasta tiempos muy recientes.

La llegada a la adolescencia del joven Rey aceleró los, por otro lado, difíciles preparativos. En un encuentro de los representantes de Llion, Bastión, Asturnalia y Amún, donde acudió Honrado para defender su causa, parece ser que quedó de alguna manera el alma de su hija atrapada en el hechizo del libro nigromántico del antepasado del cónsul. Fue entregado al templo de Amun para su custodia y liberación del espíritu. Fue llevado a dicho lugar por los sacerdotes de Shadum y acompañado por Donovan, señor de la Casa de la Moneda del Consejo de Mercaderes de Llion.

Ante el aumento de la amenaza de un levantamiento monárquico el Cónsul y señor de la Casa de la Tierra quiso recuperar el libro de su familia como medida de presión.

Para lograrlo ofreció dinero y amenazas. Al contrario de lo deseado las amenazas fortalecieron el partido favorable a la Liga dentro del Consejo de Amun, muy dividido y con poderosas voces en contra de cualquier apoyo a los rebeldes que pudieran dañar las relaciones con el gobierno de los mercaderes de Llion.

La desaparición y presión del cónsul sobre la hija de Honrado fue lo que permitió lograr la autorización para que los exiliados monárquicos empezarán a preparar el ejército rebelde desde tierras de Amun. Esto fue debido sobre todo al apoyo personal del Marqués en contra de la opinión de la mayoría de sus consejeros, aunque contaba también con el visto bueno del Eonis y del Señor de Dalle, en otros asuntos generalmente rivales.

No obstante, esta medida tan poco popular tuvo que ser necesariamente limitada. Se concede permiso para organizarse e ir a la guerra a los exiliados, pero Amun ni financiera ni aceptaría vinculación alguna.

Esto fue aceptado por parte del consejo como una medida para expulsar de su territorio a los exiliados, a sus ojos perturbadores de la paz. Es de notar que en ese momento la opinión mayoritaria creía que la guerra, de producirse, conllevaría con seguridad al triunfo Consejo de Mercaderes, como máxima potencia del Oeste de Thalesia.

La fácil victoria en la primera expedición, donde sin apenas oposición los exiliados hicieron una incursión en Llion, regresando con tropas y botín, afianzó su prestigio y fortaleció su apoyo, al igual que las advertencias, cada vez más cercanas al ultimátum, tuvo el contradictorio efecto de debilitar los apoyos del Cónsul en el Consejo de notables de Amun.

Es importante destacar que la incursión fue realizada en la zona de Llion tradicionalmente más monárquica y reaccionaria, la marca Oriental, donde los clanes de familia se habían cerrado al nuevo régimen, bien aceptado no obstante en la mayor parte de Llion.

Con ese éxito a sus espaldas los rebeldes monárquicos organizaron un encuentro entre el Joven Alvar, primer rey de su nombre para sus partidarios, y el Marqués y su consejo.

Allí se decidió un mayor apoyo, aunque Amun seguiría sin apoyar de manera oficial ni financiar esa guerra, se permitiría que voluntarios amuntinos participarán. A pesar de que los acuerdos no establecen otro apoyo en el último momento aceptaron prestar armas de asedio. Alvar se comprometió a reconocer esa deuda.

La causa contra los rebeldes y su guerra dentro de Amun se mantuvo hasta la batalla de Aldea Alegre, conocida por la batalla de los Niños por los mercaderes de Llion. Pero ya era minoritaria. La declaración abierta de Llion de que de permitirse la salida del ejército rebelde de exiliados desde Amun conllevaría una posterior invasión y anexión de dicho reino por Llion acabo de unir por necesidad a los amuntinos en un frente unido.

La victoria abrumadora, y sorprendente, cambio el rumbo de la historia en el Noroeste de Thalesia.

Pero al mismo tiempo que el estandarte real se alzaba victorioso los hombres de Llión, en una incursión audaz, lograban introducirse dentro de las fronteras y robar el Libro Nigromántico del propio corazón del Templo.

Conocida esta situación Honrado, como principal líder militar de los rebeldes de la Liga, paralizó el avance de sus tropas sobre la Capital, entonces aparentemente desguarnecida, e intentó alcanzar un acuerdo que incluyera la liberación de su hija o al menos la recuperación del Libro.

A ese objeto envió dos embajadas, una al Cónsul de manos de un prisionero y otra secreta, y en la que realmente tenía puestas sus esperanzas, al señor de la Moneda.

La primera fue ignorada, como esperaba, pero la segunda avanzó a buen paso preparando el terreno para unos acuerdos, donde una condición era la devolución del libro.

EL Cónsul era partidario de una resistencia total. Al no encontrar apoyo en el resto de Consejeros, y enterado de las conversaciones realizadas a su espalda, dio un golpe de Estado eliminando al resto de Consejeros y autoproclamandose dictador, prometiendo dejar el cargo una vez ganada la guerra.

Una de los primeros objetos que quiso tener bajo su control tras el golpe fue el Libro Nigromántico, que el Señor de la Moneda tenía bajo su custodia, por lo que parece que lo tiene en mente para sus próximos planes.

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Nota: Este documento es una carta en juego de Siger Torrequebrada, actualmente principal Consejero de Alvar I el Joven de Llion, en respuesta a otras misivas de parte de miembros del Consejo de Amun.

En esta, además de otras cosas, hace una recapitulación de lo sucedido (y jugado) en la improvisada Corte durante el invierno. Los hombres del Rey no han estado ociosos mientras esperan que el deshielo y la primavera permita organizar la conquista final de la Capital del Reino, ahora en manos de los Mercaderes y bajo la dictadura autoproclamado Cónsul Supremo Byron.

YO, Síger de Torrequebrada, Noble y Sieur, Guardián del Sello Real bajo los Nueve Cielos concéntricos, comparezco ante vosotros, los Sabios y Poderosos Señores del Reino de Amún, en el nombre de Su Majestad el Rey de Llión, para portar misiva en que OS HAGO SABER QUE place a Su Majestad haceros llegar el siguiente mensaje, para que sea proclamado ante vuestra presencia.

DEL REY ALVAR I, el Joven en Años, el Justo, el Valiente, el Esperado y el Esperanzado, desde su Campamento en Láncara de Luna, a los nobles señores del Alto Consejo de Amún:

CAYENDO LA TARDE os escribimos, Primarcas, desde nuestro campamento nocturno en Láncara de Luna, donde hemos asentado Nuestro cuartel general para pasar lo más duro del invierno. Es nuestro deseo participaros las últimas gestas de los bravos héroes del Pueblo de Llión, antaño oprimido, en este tiempo en que se aguarda la primavera. Lo hacemos con la esperanza de que sus hechos y palabras lleguen a vuestros corazones y fortalezcan vuestra fe en la causa de la Verdad, la Justicia y el Rey Retornado, que cada día se nos aparece como más fuerte y segura, y os alegréis con Nuestra gozosa esperanza.

LA TIERRA QUE SUFRIÓ la larga prueba, que hizo de trasgos un montón sangriento, bajo las garras verdes permanece. Separada Nuestra compañía de la vuestra, decidimos acudir aquí y allá al Pueblo de Llión para sacudir el yugo de esos males antiguos que el Cónsul no molesta, y a tal efecto enviamos a tres compañías de nuestros mejores caballeros, dejando a Honrado Sangrejusta en la tierra recién conquistada, que fue la de su familia desde hace muchas generaciones. Enviamos a Nuestro señor senescal, Síger el Cuervo, a las Vegas de Cervera, la Vega Quemada y la del valle de Valcarce, para que plantara el antiguo estandarte a la sombra de las Montañas del Norte, donde la tierra es roja como la sangre: le acompañaron los dos Señores de Garzablanca, el Locuaz y el Torvo, Lobo de la Casa Radamanto y aquel al que llaman Umber Longaevi, el Caballero Mago, Portador de nuestro estandarte, con su dama. Sabed que Síger, Garzablanca y Umber son amigos desde la infancia, y conocen esa tierra y a los hombres que la habitan como conocen la palma de su mano, y Nos también la conocemos.

AFLIGÍA ESTA REGIÓN DE LLIÓN una maldición extraña que se creía leyenda pero que el ilegítimo Consejo de Mercaderes, imprudente y descreído, volvió a atraer sobre su pueblo al retirar, para aumentar su tesoro, las campanas de plata que había en el túnel que llaman Negrom (pues nada sino codicia puede esperarse de estos comerciantes que usurparon al reino de su Rey). Pues moraban en las montañas unos seres sin nombre, antiguos e infinitamente crueles: todas las cuevas del monte son sus ojos, y aquellos que moran mucho tiempo a su sombra se convierten un día en sus bocas y sus oídos, y a veces sus manos también.

DE ESTOS, LOS HABÍA que permanecían en los pueblos abandonados, adorando a extraños ídolos de metal humeante, y comían carne de hombre. Pero otros volvían a las ciudades, y sólo quienes los conocían mejor podían decir que algo había cambiado en ellos, y en ocasiones llegaba la noticia a alguien antes de que los silenciaran. Como signo de que el Rey ha vuelto, y para proteger a los hombres del pueblo de Llión de una maldad peor que la del Cónsul, los héroes que he mencionado partieron hacia esta remota región, con el objetivo de recorrer los Puertos de Montaña hasta el Negrom, y allí devolver a los seres sin nombre a su sueño ancestral, y contener de algún modo su diabólica infección, pavoroso quebranto para los hombres y las almas.

CABALLEROS HEMOS VISTO alzar el campo, comenzar el combate y la revista y, alguna vez, huir para salvarse, pero nunca habíamos visto caballeros como éstos. En el octavo día del último mes del año, comunicándose sólo por gestos, salieron acompañados de algunos hombres del pueblo del lugar de Jadín, donde su antigua villa ha sido demolida por el Cónsul y sus campos sembrados con sal, pertrechados y dispuestos a la batalla. Pese al frío extremo, recorrieron montañas sin fin, afrontaron el viento cortante, se enfrentaron a extraños sátiros en los maizales y a tres caballeros poseídos, los tres, dolorosamente, de antiguas familias, bañaron sus espadas en el fuego que no consume y descendieron a lo hondo del Negrom.

ALLÍ MORAN LOS SERES sin nombre. Habían tomado a una sacerdotisa de corta edad, robada de entre los hombres y criada en las tinieblas, para servirlos de canal y catalizador: ni qué decir tiene que el ánimo de los nuestros se enardeció al escuchar semejante cosa. Resistieron la tentación de las riquezas malditas y se enfrentaron a una masa infinita de poseídos, a un puente de escalones que se sostenían en el aire, y luego a un horror de ojos verdes y llameantes, que no era sino la misma sacerdotisa transformada en una criatura antinatural.

LA BATALLA DURÓ un día y una noche, con la luz de las espadas ardientes y el sulfuro de Umber, y la niña fue liberada de su maldición y rescatada sana y salva. El mal fue exorcizado y embotellado en frasco de diamante, que luego se arrojó a lo más hondo, las barreras protectoras restablecidas. Lobo cayó, víctima de su veneno, y hemos guardado luto por él, pero sabed que su hijo del mismo nombre ha ocupado su lugar. Esto fue celebrado por muchos campesinos de la región, aunque los que habían pactado con las tinieblas continúan poseyendo parte de su poder. Pero las espadas de nuestros héroes no han dejado de arder, y algunos campeones locales se han sumado a su grupo.

LA SEGUNDA COMPAÑÍA la componían Ludovico el Sagaz de Garzablanca, Cronista del Reino Nuevo, Aricia de Maello, la Capitana del Tigre y dos ilustres grupos de tres hermanos, ambos de prodigiosa estirpe: los Fimbulinvierno y los Cachorros de León, los primeros nobles, los segundos campesinos, pero todos igual de bravos. Completaba el grupo el Artífice de la Pirotecnia, Jan Rifizzo. A ellos se les envió al Valle del Río Curueño, donde arranca la Ruta Siniestra y seres misteriosos habían hecho presa en los campesinos. Dos días estuvieron en los Salones del Borde, el fuerte misterioso cuyos fuegos y comedores se atienden sin sirvientes visibles a los ojos, y en el que pasar una noche puede suponer perder la razón, si uno es débil de voluntad. El cabello de uno de los hermanos de Fimbulinvierno se volvió blanco como la nieve, pero os diremos que una vez recuperado se encuentra más alegre y jactancioso que nunca. Hubo escaramuzas con los partidarios locales de Byron el Insensato, y volaron las palabras y alguna vez las flechas, pero el don de gentes de los Cachorros de León y su buen humor parecen atraer a algunos hacia nuestra causa, aunque la gente del Cónsul a menudo no es de fiar.

EN LO MÁS PROFUNDO del bosque hierve un río sangriento que sólo puede encontrarse a la luz de la luna. Árboles que caminan, señores de los búhos, ciervos negros como la noche y jabalíes cuyas fauces estaban llenas de brasas fueron sus enemigos, y la ruta se volvía aún más oscura y amenazadora a medida que avanzaba la noche. Pues no sólo era preciso enfrentarse a las bestias, sino resolver claves creadas por una mente diferente a la de los hombres, una mente primal y sin barreras. Para que os maravilléis de la bravura de los nuestros, sabed que el mayor de los Cachorros de León se durmió en el bosque oscuro mientras su grupo se preparaba para emboscar a una gran bestia, fue dado por muerto y, despertándose solo en la noche, rastreó al resto a través de la nieve, destripando bestias a diestro y siniestro. Sin embargo, él y los demás estuvieron a las puertas de la muerte, y uno hubo de regresar, herido de gravedad.

TAN OSCURO ES EL FONDO que no deja ver nada si no se sube hasta el dorso del arco en que la roca es más saliente. Negror de infierno y de noche privada de estrella alguna, bajo un pobre cielo sobre el sumo de nubes tenebroso, donde habita el ser albino, pálido y miserable que recuerda todos los agravios y persiste aunque pasen las eras. Lo llaman simplemente Humano, pero no lo es, al menos ya no, o no del todo. Las bestias le sirven y aúllan a su paso. Es estéril, malvado y cruel, pero no se desdice de su palabra. Ludovico el Sagaz bajó a las profundidades y lo desafió a un duelo de astucia, y aunque sus compañeros estuvieron a punto de perecer en las diversas pruebas, logró arrebatarle la promesa de que no mataría a ningún súbdito del Rey Alvar, ni por su mano, ni con argucias, ni con cuerno, pico, diente o garra de bestia, ni de cualquier otra manera. Ni durante la vida de Alvar, ni la de su hijo, ni la de su nieto, hasta la quinta generación. Humano echó espuma por la boca, pero aceptó la derrota y el acuerdo. Aún más, se comprometió a colaborar con su poder en la guerra contra el Cónsul, y nos entregó un arma de gran valor, tan peligrosa que nada podemos decir de ella aquí. Pero sabed que para la gente de la región, la pesadilla ha terminado.

POR ÚLTIMO, SABED que Nos mismo tomamos la espada de nuestros antepasados y emprendimos el viaje a los pantanos de Luna, el País Sumergido donde ahora nos encontramos, acompañados por don Bártholo de Sasoferrato, el hombre al que llaman Heráklio Basileus, JinGred Lion del Pueblo Verde y nuestro propio hermano de leche y Paladín Real, Eidin el Rojo de Garzablanca, cuya espada se llama Garra de Muerte y cuyo coraje es legendario. Cuando baja el nivel de las aguas, en esta región vuelven a surgir misteriosas ciudades pantanosas en las que un día los hombres vivieron y trabajaron antes de que una tumba líquida los engullera, pero los muertos todavía caminan en la costa de la Luna, y sigue resonando el nombre de su rey, Imledair Corazón Negro.

QUIZÁ FUE EL PROPIO CÓNSUL, quizá alguno de sus ambiciosos secuaces creyó poder aprovechar su poder y lo llamó de nuevo a la superficie, olvidando las lecciones de la época de la Muerte Árida. Como entonces, las aguas retrocedieron, siluetas extrañas volvieron a surgir ante la vista, y una extraña sequía cayó sobre la región. Para librar esta batalla, Nos hubimos de esperar el día propicio para contar con los más benévolos de los Poderes del Aire, los príncipes de entre los silfos y las sílfides: quince estrellas que en zonas diferentes el cielo encienden con tanta viveza que cualquier densidad aérea resulta vencida. Céfiro poderoso los dirigía. Con una hueste de luz a nuestro lado, partimos a confrontar a Imledair en la tierra de Luna, donde repite eternamente su círculo de traición, tragedia y venganza.

PERO NO SE VOLVERÁ a oír de ese ciclo, al menos en esta era. Rescatando de entre las ruinas diminutos mensajes de otro tiempo y otra era, Nuestra tercera compañía logró anticipar el lugar donde se congregarían las Legiones del Ahogado. Y, fijado el cuartel general, logramos caer sobre ellos antes de que los soldados reaccionasen. Nos mismo dirigimos el asalto: Héraklio contuvo a la masa en solitario, blandiendo una espada sólida que parece una maza, y de la que algunos se burlan, pero no dos veces. Sasoferrato derrotó al poderoso Coadyuvante Administerum, monstruo de centenares de brazos. Nuestro glorioso hermano Eidin abatió a Imledair en singular combate en trece segundos, y Nos mismo pusimos fin a la no vida de la Criatura de las Profundidades que lo acompañaba con la espada de nuestros antepasados.

CUANDO, DESAPARECIDOS los seres de la muerte, las aguas se cerraron sobre nosotros, fueron los espíritus del aire los que, como luces peregrinas, descendieron para salvarnos y abrir una senda con alas que de cisne parecían.

YA VEIS QUE, de momento, la fortuna nos sonríe y los auspicios de nuestra causa no podrían ser mejores. Burlamos a los guardias del Cónsul en su mismo territorio: a cada día están más divididos, enfrentados y suspicaces, y se acusan mutuamente de apoyarnos. El mismo golpe en la mesa que ha dado Byron, prescindiendo de los demás mercaderes, es signo de lo mucho que han cambiado las cosas. Ya era odiado, y ahora lo es más. Puesto que no tenemos sed de sangre, esperamos llegar a un acuerdo pacífico con él, dejándole aquellas zonas de Nuestro antiguo Reino que más influencia tienen de la cultura de los mercaderes, y que son más hostiles a Nos, recobrando las restantes. Somos conscientes, no obstante, de que el orgullo es un poderoso obstáculo y que él todavía tiene hombres y recursos, y como sucedió en el pasado puede convocar a placer huestes de mercenarios, lobos de la guerra que devastarán la tierra, mas, ¿qué le importa eso a quien es él mismo mercenario?

UN VIENTO de prematura y alegre primavera corre en estos días por todo el antiguo Reino. Una nueva jubilosa corre de casa en casa, y por todas partes despiertan antiguos lazos. Acogemos a quien quiera unirse a nuestra causa en el campamento de Láncara de Luna: cualquiera que tome nuestras armas recibe tres trajes con los colores de una de las antiguas casas, y si es esforzado y no nos viene daño de él, comparte nuestra causa y nuestra fortuna para bien o para mal. Nos no olvidamos a nadie que vierta su sangre con nosotros.

REUNIDAS las Tres Compañías, celebramos un glorioso torneo hacia Año Nuevo. Con suerte, pronto podremos retirarnos a nuestras nuevas tierras, en que tan gloriosamente batalló la Liga: sabed que existe en ellas un antiguo castillo, Manqueospese, que contiene siete llaves con las que esperamos recuperar con mejor suerte en el Cementerio de Nuestros Padres la Espada, el Anillo, el Orbe y la Copa que esperamos presidan nuestra coronación ceremonial. Volveremos a aventurarnos en la oscuridad y en la muerte, si es preciso. Porque es Nuestra intención celebrarla el veintinueve de Febrero, el Día Único, en Manqueospese, hecho el traslado de las tierras. Estáis, Milores, cordialmente invitados a la augusta ceremonia.

LOS DESCUBRIMIENTOS que hemos hecho al recuperar a los sabios de la Univérsitas acerca de las actividades del Cónsul, las tradiciones de nuestros antepasados, el saber que habían acumulado, sus sabias leyes y el legado que nos dejaron no caben, por su riqueza y profundidad, en esta misiva.

Durante ese torneo, no obstante, Nuestro fiel Honrado nos participó la dolorosa noticia del asesinato del Señor Marqués de Carabás, a quien en su día juramos vasallaje, y la huida de su Mano. También de la muerte de Eonis V, que hasta entonces había sostenido puntual correspondencia con Nos, y algo confusamente, de un ataque de las fuerzas de la no muerte, así como el desmantelamiento del Shadún. Nuestros fieles apenas podían creer estas noticias, que Nos ponen en una situación delicada de cara a la guerra de la próxima primavera. No obstante, después de la lógica y legítima preocupación por Nuestra causa que batallar y nuestros súbditos, cuya lealtad no se ha quebrado, es nuestra principal preocupación la salud y la lealtad de nuestros aliados.

POR CONSIGUIENTE, Distinguidos Señores, hemos resuelto escribiros para daros nuestras noticias y pediros las vuestras. Me dice mi buen Honrado Sangrejusta que, como embajador de Nos, no ha podido participar en las deliberaciones internas del Reino, con lo que su relato estaba incompleto. Nada objetamos, mas os pedimos noticias.

Primera: ¿Sabéis vosotros, por ventura, qué ha sucedido? ¿Guardáis acaso una Crónica, como la nuestra, que dé cuenta de los sucesos?

Segunda: ¿Quiénes son ahora los miembros del Consejo? ¿A quién debemos dirigirnos para acabar los trámites del traspaso de las tierras antes de Nuestra Coronación, y la preparación de nuestra causa conjunta, causa que batallar, como antes lo hacíamos con la Mano? Sabed que, según nuestros espías, el Consejo de Mercaderes ha enviado una hueste a por vosotros.

Tercera: ¿necesitáis ayuda de alguna clase? Distintos personajes de Amún han cruzado la frontera para integrarse más activamente en nuestra fuerza, clérigos y hombres de armas que pareen experimentados. Estamos agradecidos por el refuerzo: el mismo modo, podéis contar con nosotros.

Espera impaciente vuestras respuestas,

Λ

Alvar de Llión, el Rey

El Esperado y el Esperanzado

Imperio de Amún